sábado, 16 de marzo de 2013


LA PIROMANÍA, UNA ATRACCIÓN DESMEDIDA POR PROVOCAR FUEGO




¿Quién no se ha quedado absorto contemplando una vela, o sentado frente al calor de una chimenea observando las llamas?. Ciertamente eso no tiene nada de raro. Los problemas comienzan cuando existe la incapacidad de resistirse a provocar incendios.
Y es que las personas que sufren de este trastorno mental, es decir, los pirómanos o piromaníacos, no pueden controlar los impulsos que sin ningún motivo aparente los llevan a provocar incendios de manera repetitiva, simplemente motivados por una atracción desmedida hacia el fuego. Experimentan una gran tensión antes de ocasionarlo, y una vez que inician las llamas sienten un gran alivio emocional.
De acuerdo al doctor Manuel Martín Carrasco -Secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEPSIQ) y Director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas- la piromanía es una enfermedad mental que requiere un tratamiento psicológico y psiquiátrico. “Se trata de un trastorno relativamente poco frecuente que incide en ese mínimo porcentaje de personas que padecen piromanía en sentido estricto, dentro de las que inician fuego deliberadamente, el 3%”.
Asimismo el psicólogo clínico y profesor de la Facultad de Psicología de Valencia, España, José Gil-Martínez, comenta que los pirómanos inician el fuego habitualmente de una forma poco organizada o apresurada y, con frecuencia, también promueven falsas alarmas. El doctor Gil-Martínez acota que “según declaran las propias personas que sufren de esta enfermedad, se encuentran en un estado de conciencia alterado, como de trance; incluso muchos se mantienen en las cercanías del fuego e incluso participan en las tareas de extinción y cuando son detenidos se muestran colaboradores y rápidamente admiten sus hechos, aunque no sienten remordimiento o culpa por ello”.
Es importante dejar claro que el pirómano no debe ser confundido con el incendiario, que es aquella persona que intencionalmente decide quemar un terreno u objetos, con el objeto de lucrarse o simplemente hacer daño.
La afición enfermiza de estos individuos suele iniciarse en la adolescencia, con mayor frecuencia en varones, y personas invadidos por sentimientos de tristeza, soledad e ira hasta una historia personal de frustraciones y desajustes emocionales. Gil-Martínez cree que este es un trastorno que se va reforzando desde temprana edad y se le vincula a un cociente intelectual bajo, una personalidad aislada y poco sociable, con dificultades para el aprendizaje.
El psiquiatra y médico forense español Antonio Lage señala que el trastorno puede tardar años en manifestarse “Una alteración mental puede estar equilibrada, ajustada de alguna manera, compensada dentro de una estructura psicótica y puede pasar desapercibida, hasta que distintos factores desencadenan la inestabilidad y la falta de control que les lleva a provocar un incendio”.
Lage también sostuvo que la curación es difícil, “muy complicada, se puede disminuir la sintomatología” y lograr la contención con terapia y fármacos, ya que se trata de “una enfermedad del orden de la psicosis”.
De acuerdo a los especialistas, hay tratamientos farmacológicos, ya que cada vez se conocen mejor los mecanismos neurobiológicos de control de los impulsos, y también medidas psicoterapéuticas, como las terapias de grupo o las de tipo cognitivo conductual. Por lo general son tratamientos a largo plazo y en un porcentaje alto de casos se produce una mejoría significativa.
También hay quienes creen que para el control de este tipo de enfermedad y para prevenir la repetición de estos actos, no hay más alternativa que el encarcelamiento o la permanente supervisión.

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